Para los que hemos leido el libro “El Principe” de Nicolas Maquiavelo, entendemos esta forma de gobierno, en el libro se plantea que es lo que se debe hacer para mantener el gobierno, el tema de que es mejor para mantener el poder si ser “amado” o “temido” y la respuesta que da el autor es ser temido, indudablemente este libro los kk lo han leido y memorizado en un 100% porque gobiernan igual.
Ademas en el libro se habla que siempre hay que buscar un adversario para estar en constante confrontacion y ellos han hecho eso y siempre los adversarios que buscaron fueron los mas debiles y mal vistos, seria casi como ir a cazar al zoologico.
En lo que les fue mal ultimamente fue en buscar rivales debiles que resultaron mas fuertes de lo debido:
* los maestros en santa cruz
* el campo a nivel nacional, que si se hubiese negociado de entrada ambos temas se arreglaban facil, pero quisieron jugar al desgaste y perdieron, el miedo de la gente hacia ellos ya no es tal, lo que les causo una gran caida de imagen positiva.
Lo que yo me pregunto es si ocurrira otro conflicto y contra quien sera, ya que el famoso refran dice que “no hay dos sin tres”, ojala que no ocurra y enderezcen el rumbo, los argentinos no nos merecemos estos problemas.

Lidia Iris Zeballos

El Kirchnerismo se parece al boxeador invicto que ha hecho una carrera impecable noqueando a cuanto rival le pusieron sobre el ring y que no tiene la virtud de asimilar los golpes, simplemente porque jamás ha sido golpeado. Es entonces –para sorpresa de todos- que en la primera trompada recibida, por más débil que haya sido, el campeón se va a la lona.
Quienes desde hace bastante tiempo venimos presagiando la caída en desgracia del Kirchnerismo, los actuales acontecimientos de ningún modo pueden sorprendernos.
Sabíamos claramente que llegado el día en que la fuerza de la razón se imponga a la razón de la fuerza el eufórico período K se disolvería casi instantáneamente.
Para ganar una guerra de muy poco sirve ganar todas las escaramuzas intermedias si se sabe que, cuando se pierde una, ésta –irremediablemente- es la última batalla. Le pasó a casi todos los conquistadores de la humanidad. Los Kirchner, en su porfiado enfrentamiento con el campo, han obtenido su propio “Waterloo”.
El Kirchnerismo ha sido (y sigue siendo) precisamente eso: una pandilla que había resuelto gobernar en un permanente campo de batalla. Su estrategia de vencer, más que convencer, responde a una filosofía beligerante que procura la dominación y, con ella, la rendición incondicional y, finalmente, el servilismo que les encanta. “Poner de rodillas” al contrincante que ha sido siempre la lógica de la opresión, fue convertida en el célebre “estilo K” de gobernar, sea éste un municipio, sea ésta una provincia, sea éste un país.
Podemos decir a favor de los Kirchner que nunca lo han disimulado. Sus intenciones fueron plasmadas palmariamente en su creación política: “Frente para la Victoria”. Todos sabemos que detrás de cada victoria necesariamente hay derrotados, nunca “convencidos”.
*Por eso los Kirchner jamás han tenido aliados, sólo han tenido subyugados.
*Por eso los Kirchner jamás han tenido socios, sólo han tenido súbditos.
*Por eso los Kirchner jamás han tenido amigos, sólo han tenido complacientes.
*Por eso los Kirchner jamás han tenido colaboradores, solo han tenido subordinados.
*Por eso los Kirchner jamás han tenido gobernados, sólo han tenido mendicantes.
Los Kirchner jamás se han hecho querer, sólo se han hecho temer.
La amalgama que ha sostenido su construcción política a partir de la lejana intendencia de Río Gallegos, allá por 1987, ha sido siempre la misma: el miedo.
Es ese miedo que se metió en las entrañas de dirigentes de todo pelaje paralizándolos, reduciéndolos, lo que les permitió a los Kirchner avanzar sobre Santa Cruz, primero, y sobre el país, después, como Atila -el huno- cuando al paso de sus legiones bárbaras devastaba los pueblos del viejo continente.
Pero sostener el miedo como bastimento de poder exige una pelea por día, cada día un vencido, cada día un dominado, cada día un sometido.
La irradiación del miedo a todos los ámbitos del quehacer nacional ha obrado en la sociedad como un alucinógeno de un efecto tan poderoso que bajo su influjo los Kirchner han ensamblado el gobierno más hipócrita, mentiroso y corrupto de la historia argentina.
Ya nada será lo mismo después de la primera derrota del Kirchnerismo en el Congreso Nacional. Los Kirchner han probado el sabor amargo de su propia medicina.
A partir de tal acontecimiento los Kirchner se incorporan a un terreno totalmente desconocido y el resto de su segundo mandato presidencial transitará con la sensación de quien camina sobre hielo delgado. A partir de ahora deberán ensayar en el campo de la persuasión, terreno para el cual no están adiestrados pues jamás les hizo falta persuadir, convencer o cautivar, cuando se han sostenido y prosperado comprando, sometiendo y subyugando.
En “Culio per Peculio” (www.opisantacruz.com.ar – 17 de Octubre de 2006) sostenía:
“…Pero, además existen las fuerzas centrífugas (o de reacción). Pero éstas son fuerzas negativas. Porque aparecen eventualmente y solo en procesos de descomposición de sus liderazgos y/o de sus estructuras orgánicas y sin necesidad que operen fuerzas centrípetas de expresiones políticas extrañas, pues la dispersión es producto de la desintegración.
Kirchner ha sido, desde su aparición al escenario político en la lejana intendencia de Río Gallegos una máquina perfecta de acciones centrípetas sumamente efectivas. Una especie de agujero negro cuya fuerza chupa y absorbe todo y que a partir de 1987 no ha dejado de crecer.
Pero como todo imperio comienza a quebrarse mucho antes de caer los primeros signos de las fuerzas centrífugas comienzan a evidenciarse y no son poca cosa, a pesar que desde el gobierno se hagan todos los esfuerzos por ningunearlos. La reacción del Ministro de Economía más exitoso en los últimos 40 años es el primer ejemplo de tal resquebrajadura y el desplante de quién fuera durante ocho años su vicegobernador en Santa Cruz es el otro mucho más concreto. Roberto Lavagna y Eduardo Arnold, respectivamente, son las primeras grietas de un imperio que, como cualquier otro, está destinado a su derrumbamiento y a la ruina consecuente…”
El miedo, esa argamasa sobre la que se sostenía el poder de los Kirchner se resquebraja inexorablemente y el proceso de desintegración a la cual refería en esa vieja publicación, ya es irreversible.
Dirigentes de toda laya, que hasta unas semanas formaban parte de un compacto ejército de subordinados, han advertido que los Kirchner no son omnipotentes e infalibles; han probado las mieles de la rebeldía y ya se sienten liberados. Han confirmado que se puede aporrear a los Kirchner y que les duele… y mucho.
El Kirchnerismo se parece al boxeador invicto que ha hecho una carrera impecable noqueando a cuanto rival le pusieron sobre el ring y que no tiene la virtud de asimilar los golpes, simplemente porque jamás ha sido golpeado. Es entonces –para sorpresa de todos- que en la primer trompada recibida, por más débil que haya sido, el campeón se va a la lona.
El Problema de los Kirchner no es que estén en la lona… el problema de los Kirchner es que no saben cómo recuperarse y, groguis como están, saldrán a hacer lo único que saben: repartir trompadas a diestra y siniestra… pero esta vez no encontrarán a nadie que se deje golpear.
fuente:
Miguel Chazarreta.
Agencia OPI Santa Cruz
fotos: gentileza www.todopor2kk
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